voy a copiar un artículo, que hoy, en la opinión de Málaga, mi buen amigo, compañero de la infancia, y admirado Alfonso Vazquez, escribe en dicho periódico:
"Tribuna que en primavera,
sin aviso, muy artera,
en la Plaza te aposentas
sin saberlo representas
la pomposidad más huera.
Porque no hay nada más cruento
en esta ciudad de cuento
que ostentar por ostentar
con hierros, metros y asientos.
¿No te cansas de fardar?
La fuente más veterana,
mientras dura la jarana
del protocolo cofrade,
se deprime porque sabe
que le quedan tres semanas
de penitencia y calvario,
de soportar con desgana
arresto domiciliario.
Adiós queridas palmeras
junto a calle Compañía,
añoradas compañeras,
washingtonias de mi vida.
El alma pongo en salmuera
porque escapa la poesía
de este entorno asaz hortera
pergeñado en cuatro días.
El artefacto es espúrio,
para más inri, ostentóreo.
Y pese a pedirlo a coro,
en prosa, en verso, y a gritos…
no hace mutis por el foro.
Persevera el angelito.
Qué deprimente observar
cuando llega una hermandad
cien sillas en orfandad.
(Sólo habrá lleno al pasar…
la Legión. Para de contar).
Cierto, ha menguado hogaño,
no tiene tantas hechuras,
ya no es el bicho de antaño.
Pero ay, ¡cuánta jartura
toparse, año tras año,
con el ego hecho estructura!
Te mereces un destino
acorde con tu valor:
Si eres puro desatino
¿por qué no te reconviertes
en Estrella de la Muerte,
en maqueta de Star Wars?
Ya lo dijo Monterroso
saliendo de Especería:
«Cuando desperté, la tribuna…
estaba todavía».
(Más tarde, en su diario,
cambió tribuna por dinosaurio).
Entérese el mundo hoy mismo
que aunque colapses la Plaza
con la arrogancia y la baza
del plácet que dio Urbanismo,
mi sueño es verte algún día,
confieso, tribuna mía,
donde más anhelo y quiero:
en el chatarrero.
Ciudad del paraíso,
aviso:
Con este cofrade aparato,
¿quién te ha visto?,
¿quién te ve?
Ni el Tato."